martes, 14 de abril de 2009

Minivacaciones


He tenido la ocasión esta Semana Santa de hacer una breve escapada fuera de mi tierra descubriendo, o, mejor dicho, redescubriendo la profundidad de La Mancha. Hacía unos tres o cuatro años (no lo recuerdo bien) que no me preparaba una maleta y creo que tengo que obligarme a intentar hacerlo más a menudo. Ya con dieciséis años tuve la ocasión de adentrarme en esta ruta manchega más repleta de historias que de testimonios, o , como dicen allí, más poesía que piedras. En esta ocasión he prestado más atención a una zona en concreto: Las Lagunas, catorce si no lo recuerdo mal, de las cuales diez pertenecen a la provincia de Albacete, patria chica del regente de la deliciosa quesería "Don Eusebio". Regente que me recomendó adentrarme en el valle para ver el nacimiento del rio Guadiana y que tras dos horas caminando llegué al supuesto lugar hallando solamente pisadas de jabatos, cartuchos de escopeta y un pequeño agujerito en el suelo que más que un nacimiento parecía una tubería rota. Allí me vi rodeado de peligrosos cazadores y jabatos (gigantes), todo por ver un nacimiento de mierda. Con que poco se hace la historia.
La realidad kilómetros más abajo era diferente, agua y más agua. Cuando las aguas subterráneas decían de salir aquello parecía el mismo mar. Según el mapa que me regaló el regente de la quesería aquí debería haber un punto de información pero sólo se ve agua. A lo lejos me parece ver a un anciano pasear y me dirijo a él. Cuando estoy cerca observo que lleva colgada una tarjeta identificativa que literalmente dice "información"; es la primera vez en mi vida que veo algo así. El anciano, muy educado, me comenta que lo mejor que puedo hacer es recorrer los no se cuántos kilómetros de lagunas, y yo, dando una segunda oportunidad al pueblo manchego, me adentré en las más que trastornadas, turística y comercialmente, lagunas. Kilómetros de agua embalsada que brinca de lago en lago al encuentro del flash fotográfico de los sureños españoles que no hemos visto nunca un rio en condiciones. Yo esperaba verme sólo a orillas de un lago y aquello parecía un desfile de Hollywood. Pero algo bueno descubrí. El paso, el salto del agua de un lago a otro, como queriendo escapar de todo aquello y yo con ella. Un paso que me llevaba a otro paso, lo mismo que años atrás Max Demian y Emil Sinclair habian despertado en mi vida. Un paso que me saque de aquí para meterme en otro lugar igual en esencia pero distinto en contenido y que me acerque al cauce final.

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