Tenía diecisiete años cuando vi por vez primera una obra de George Segal. Me pareció curiosa su manera de "esculpir". Su método consiste en cubrir a la gente con yeso a modo de vaciado pero con un sujeto real. Al proceder de esta manera, Segal otorga a sus obras la psicología de sus sujetos. Por otro lado eterniza un momento mediante una carcasa liviana, frágil y mortal. Recuerdo aquella extraña sensación que su obra
Holocausto despertaba en mi ignorancia. Esas fantasmagóricas figuras blancas están mucho más vivas que todos lo que las contemplamos.
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